Hay un aspecto de la historia de Honduras que me llama mucho la atención. Es el hecho de que varios de sus hombres más ilustres, aquellos que conocemos desde nuestra educación escolar, habiendo nacido en suelo hondureño, ya por comodidad, ya por deseo personal o por azares del destino, vivieron buena parte de su existencia y terminaron enterrados en países vecinos, que según nos cuenta la misma historia, tuvieron mucho aprecio por sus actuaciones, por sus obras y su trayectoria.
Comencemos con el general Francisco Morazán, sin duda el personaje más grande que haya parido Honduras, nacido el 3 de octubre de 1792 en la ciudad de Tegucigalpa. Sus ideas unionistas le llevaron a tratar de “borrar” las fronteras entre los estados de la Federación Centroamericana y a considerar la Patria Grande como un solo territorio. Muerto por fusilamiento en la lejana San José de Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842 fue enterrado allá, aunque solicitó expresamente en su testamento descansar en El Salvador, estado de la Unión al que el mismo Morazán designó como capital de Centro América y que repetidamente, le brindó el apoyo necesario para mantenerse en el poder de la Confederación.
Años después de su muerte, en 1854 sus restos fueron finalmente inhumados y trasladados a El Salvador, país que Morazán consideraba su hogar y hoy reposan, junto a los de su esposa María Josefa Lastiri, en un gran panteón de la ciudad de San Salvador. Los hondureños, debemos conformarnos con saludar una estatua de bronce ubicada en el Parque Central de Tegucigalpa; monumento que incluso ha estado sujeto a controversia en cuanto a su autenticidad como imagen del paladín del unionismo de Centro América.
Veamos el caso de Don José Cecilio del Valle, nacido en Choluteca, Honduras, el 22 de noviembre de 1776; fue uno de los padres fundadores de Centroamérica, redactor del acta de la Independencia de Centro América en 1821. Muy joven Valle salió de Honduras ya que sus padres, deseosos de educar a su hijo de la mejor manera y no encontrando en Honduras un centro adecuado, se trasladaron en 1789 a Guatemala, donde Valle realizó todos sus estudios. Electo en 1834 presidente de las Provincias Unidas del Centro de América, antes de tomar posesión del cargo, falleció el 2 de marzo de ese año en Guatemala, su lugar habitual de residencia. Allá se encuentra enterrado y los hondureños le rendimos homenaje en un mural ubicado en los bajos del Congreso Nacional y en un pequeño parque que lleva su nombre.
Tomemos ahora a de Don Dionisio de Herrera, tío del general Francisco Morazán, quien al igual que Valle, nació en Choluteca el 9 de octubre de 1781. Este político hondureño, fue el primer Jefe de Estado de Honduras (1824-1827) y también fue Jefe del Estado de Nicaragua (1830-1833), cargo que obtuvo con el apoyo de su sobrino.
Proveniente de una familia terrateniente, lo mismo que Valle, estudió en la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde tomó contacto con las ideas liberales de la Revolución Francesa y luego fue tutor de su sobrino, el general Francisco Morazán.
En 1830 fue elegido jefe del Estado de Nicaragua, ejerciendo el cargo hasta 1833. Trató de poner en marcha algunas reformas liberales, que no pudo implementar debido a la oposición del clero. En 1835 fue elegido, Jefe de Estado de El Salvador, pero no quiso aceptar el cargo.
A partir de 1838, vivió retirado de la política, trabajando como docente en la ciudad salvadoreña de San Vicente, donde permaneció hasta su muerte acaecida el 13 de junio de 1850. Los hondureños le recordamos en un pequeño parque ubicado en el barrio Abajo de Tegucigalpa, frente al Teatro Nacional Manuel Bonilla.
Otro caso lo constituye el general Florencio Xatruch, quien nació en San Antonio de Oriente, Honduras el 21 de octubre de 1811. Este general tuvo una gran participación e influencia tanto política, como militar en la región centroamericana. A la deformación de su apellido, debemos hoy nuestro orgulloso apelativo de “catrachos”.
En Nicaragua, Florencio Xatruch fue nombrado General en Jefe de los Ejércitos Aliados de Centro América para defenderse de William Walker. Durante este conflicto el general Xatruch dio muestras de gran liderazgo y valentía. Al final, las fuerzas aliadas se impusieron a los filibusteros y el territorio nicaragüense fue recuperado.
En 1864, la Asamblea General de Honduras declaró a Xatruch, Vicepresidente de la República. En conflicto con el Presidente José María Medina, fue destituido por la Asamblea Legislativa. Se asiló en El Salvador, desde donde lanzó una ofensiva militar en contra del presidente Medina, al que logró derrocar para proclamarse Presidente Provisional de Honduras del 26 de marzo de 1871 hasta el 23 de mayo del mismo año, cuando fue derrotado por las fuerzas de Medina, viéndose forzado a exiliarse en Nicaragua.
En 1878 el Presidente de Nicaragua, don Pedro Joaquín Chamorro lo nombró gobernador militar de Chinandega y León y en ese mismo año, le fue conferido el grado de general de División del Ejército de Nicaragua. El general Florencio Xatruch falleció el 15 de febrero de 1893 a los 82 años de edad. Sus restos descansan en el cementerio San Pedro de la ciudad de Managua. Nicaragua lo considera una pérdida nacional por los grandes servicios que le prestó con su espada.
Por último y por muy poco, la excepción de la regla la constituye don José Trinidad Cabañas, nacido en Tegucigalpa, Honduras el 9 de junio de 1805. Cabañas fue un defensor de las ideas liberales y del unionismo centroamericano. Fue lugarteniente de Francisco Morazán, llegando a ser general del Ejército Federal. Se destacó en las batallas de El Espíritu Santo, el 6 de abril de 1839 y de San Pedro Perulapán el 25 de septiembre de 1839, en territorio salvadoreño.
Tras la derrota liberal en 1840 se exilió en Panamá junto con el general Morazán. Después de la muerte de aquél en Costa Rica, Cabañas regresó a El Salvador donde vivió por varios años. Elegido Presidente de Honduras, tomó posesión el lº de marzo de 1852 e intentó restablecer la Federación Centroamericana, por lo que entró en conflicto con el gobierno conservador de Rafael Carrera en Guatemala. Fue derrotado en la batalla de Masaguara, el 6 de octubre de 1855 y obligado a renunciar a la presidencia.
Se refugió en El Salvador, donde sirvió como ministro en el gobierno de su amigo Gerardo Barrios. En sus últimos años, Cabañas se retiró de la política, siempre en El Salvador y ya en las postrimerías de su vida, pudo regresar a Honduras y establecerse en Comayagua, donde falleció el 8 de enero de 1871. Luego de su muerte, el Gobierno de Honduras le otorgó el título de "Soldado de la Patria" y la República de El Salvador nombró a uno de sus departamentos, en su honor. Nosotros simplemente, le recordamos.
Al leer la historia de estos grandes hombres, no puedo dejar de preguntarme si fueron grandes por haber nacido hondureños o si por el contrario, llegaron a ser grandes porque buena parte de su existencia la vivieron fuera de Honduras, en sociedades que les dieron más y mejores oportunidades de desarrollar sus talentos y capacidades y luego se las reconocieron de manera tangible. No ceso de pensar ¿por qué la mayoría de ellos prefirió ser enterrado lejos de la tierra que les vio nacer?
miércoles, 28 de noviembre de 2007
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