El lugar, el parque central de Valle de Ángeles, la ciudad turística como se apellida hoy. La fecha, 25 de marzo. Una noche primaveral, con un agradable clima. El motivo, presenciar el concierto público ofrecido por David Gómez, joven pianista español, que en los anuncios de periódico ofrece una interesante combinación de música clásica, tangos modernos y música popular. Los patrocinadores, la Cámara de Comercio Española, la Agencia de Cooperación Española, la Alcaldía Municipal, la Casa de la Cultura y la Cámara de Comercio de Valle de Ángeles, entre otros.
Eran las siete de la tarde y en la plaza comenzó a reunirse la gente. Sin mucho aspaviento, apareció David para calentar y probar el sonido. No debió serle fácil, ya que en ese momento sonaba con fuerza un grupo musical del pueblo interpretando canciones tropicales. A pesar de la interferencia el pianista, sin inmutarse, estiró sus dedos y acometió escalas y armonías que le permitieran estar a punto a la hora de comenzar su recital. Un detalle curioso, el banco del piano al parecer no tenía la altura apropiada y David solicitó una silla, le trajeron una que desechó y al final se acomodó en una silla de madera y cuero, una de esas típicas hondureñas. En el fondo, la misa dio inicio en la iglesia del pueblo.
A las siete y treinta anunciaron un acto previo, el grupo Mar, una pareja suponemos de argentinos, que bailó dos tangos con maestría, a pesar que el suelo del parque no era el más apropiado para ello. Inmediatamente después se anunció a David Gómez. Al salir, solicitó el micrófono y contó que ha venido seis veces a Honduras y siempre tuvo la idea de hacer conciertos en lugares “atípicos”, donde la música clásica difícilmente llega. Agradeció a Roberto Ordoñez de San Pedro Sula por el piano de cola que lucía imponente en medio del improvisado escenario adornado de banderas tricolores: amarillo, blanco y verde. El ambiente cálido lo brindaron candelas en bolsas de manila.
La primera obra fue la “Serenata Francesa” de Johan Sebastián Bach, que Gómez interpretó con soltura y elegancia. Al finalizar, los asistentes que ya éramos alrededor de ciento cincuenta, quizá más, aplaudimos calurosamente la ejecución. Enseguida vino una Sonata de Amadeus Mozart, obra en tres movimientos, chispeante como su autor. Los aplausos fueron ahora más nutridos y la calidad del concertista quedó evidenciada.
Enseguida, lo que mi mente denominó una Sonata de Astor Piazzolla, cuatro obras cortas de este genio argentino de la música moderna, que con audacia y talento elevó al tango a niveles cercanos a la música clásica, “Invierno Porteño”, “Verano Porteño”, “Milonga del Ángel” y “Adiós Nonino”, la obra cumbre de Astor Piazzolla, conformaron de manera natural una obra que parecía un todo integral, lleno de armonías complejas y matices intensos y melancólicos. David recibió nutridos aplausos de un público cada vez más embebido en las interpretaciones.
Luego, el artista anunció que iba a interpretar seis piezas de su propia autoría que está grabando en Londres. Puntualizó que los productores esperan que alguna de ellas se inserte en alguna película. Dada la nacionalidad del compositor, llamó la atención que varias de estas obras tengan títulos en ingles. La primera de estas piezas se intitula “The Island” y está inspirada en Mallorca, una de las Islas Baleares, cuna del artista de la noche. La segunda melodía se llama “El Faro” y se refiere a la isla Formentera donde hay un faro que fue la fuente de inspiración.
Al terminar las primeras dos piezas, David se levantó, recogió el micrófono e invitó a la gente que estaba cercana para que se integrara a disfrutar del recital y si no que por favor guardasen silencio, en respeto a la música. Resulta que hasta entonces, había bastante ruido ambiente, niños gritando y jugando, transeúntes que cruzaban por delante y por detrás del improvisado escenario, perros ladrando quizá tratando de armonizar con las melodías.
El concierto continuó con las piezas “Child”, dedicada a su sobrina y “Grandfather” dedicada a su abuelo. Culminó este set con “Rain”que conceptuó como un canto a la lluvia optimista y “My Piano”, tema enérgico dedicado a su piano, su “novia” como apuntó. Seguidamente, anunció un bloque de cuatro melodías españolas, dos de Joaquín Turina y dos de Ernesto Lecuona, el famoso compositor nacido en Cuba de padres españoles, incluida la famosísima “Malagueña” que fue un excelente cierre. Al terminar, una ovación cerrada y de pie, le mostró a David Gómez que los asistentes habíamos disfrutado grandemente su recital.
En retribución, Gómez agradeció y solicitó hacer una última obra, “My Home” inspirada en su nostalgia por el hogar. Antes de interpretarla expresó que en Latinoamérica y particularmente en Honduras, se sentía como en su casa. Con ello, cerró este recital de un pianista joven que está labrando su carrera y que demostró gran sensibilidad social al llevar su música y su talento a lugares poco ortodoxos para la música seria. David demostró grandes cualidades interpretativas, energía, seguridad, empatía con el publico, maestría interpretativa y sencillez. Le auguramos el mejor de los éxitos.
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1 comentario:
hola mucho gusto soy de valle de angeles solo queria decirles que a mi me habian dicho que un chico violinista iba a aparecer....gracias me informan porfavor....
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